miércoles, 5 de junio de 2013

sistemas Ecológicos

En el medio existen infinidad de factores que interactúan entre sí para formar un sistema ecológico; estos factores se dividen en: bióticos, que son los seres vivos, y abióticos, que son los que no tienen vida


Los factores abióticos se clasifican en:
Factores climáticos: temperatura, humedad, luz, viento, altitud.
Factores hidrográficos: características físicas y químicas del agua.
Factores edáficos: estructura física y composición química del suelo.
Los factores climáticos implican cualquier circunstancia del clima general de una región que condicione la actividad de los organismos que la habitan. De estos factores, la temperatura es el más importante y conocido.
La temperatura depende, en principio, de la energía calorífica recibida del Sol. Cada especie tiene, además, una temperatura óptima que puede variar sólo dentro de un intervalo determinado.
La variación de temperatura tiene una importante acción ecológica.


Los fuertes cambios pueden darse en ciertas zonas del planeta, y obligan a los organismos a adaptaciones fisiológicas y morfológicas muy diversas. Por ejemplo, los animales que viven en clima frío son, generalmente, más grandes que los de su misma especie, pero que viven en climas cálidos. Esto se debe a que la pérdida de calor es proporcional a la relación superficie/volumen de la piel; en los animales pequeños esta relación es mayor.
La humedad también es importante, tanto para los vegetales como para los animales. Cada individuo tiene diferente necesidad de agua, y para muchas especies es perjudicial la falta o exceso de ella.
También los organismos presentan adaptaciones dependiendo del grado de humedad de su ambiente. Por ejemplo, las plantas de climas secos deben evitar la pérdida de agua y lo hacen desarrollando fuertes cutículas (cubiertas protectoras) y transformando sus hojas en espinas, como los cactus.
Los animales de zonas desérticas toman el agua del alimento sólido, y en el caso de los dromedarios y los camellos, pueden hacerlo por oxidación de la grasa de su cuerpo.
La luz es otro factor indispensable para la vida, además de que algunos organismos (autótrofos) la usan para producir su propio alimento; por ejemplo, las plantas.
Asimismo, el fenómeno de la luz también está ligado a la existencia del día y de la noche.
La duración del día se denomina fotoperiodo y éste regula, tanto en vegetales como en animales, los ciclos vitales de numerosas especies; por ejemplo, las plantas angiospermas tienen flores de día corto, que se dan en invierno, y flores de día largo, que florecen en verano; de igual forma, el periodo de celo de muchos mamíferos y la migración de aves se rige por la duración de los días.
También los animales pueden presentar hábitos nocturnos, crepusculares o diurnos, dependiendo de su necesidad de luz.
El viento activa la evaporación de agua que hay en el suelo, aumentando la sequedad de la tierra, y también actúa enfriando el ambiente.
La altitud influye directamente en la temperatura. Cada 100 metros de altura la temperatura desciende medio grado centígrado.
Los factores hidrográficos son las características físicas y químicas del agua.
El agua es un medio muy estable debido a su alto calor específico, por eso los lagos y mares actúan como reguladores de la temperatura; así, en los climas extremadamente fríos, el hielo (agua sólida) flota sobre el agua líquida, de esta manera la aísla de la atmósfera evitando su congelación y permitiendo que continúe la vida en ella.
Los factores edáficos incluyen todas las propiedades fisicoquímicas del suelo. De éstas, las que tienen influencia sobre los organismos son: la inclinación, la profundidad y la composición química (agua, sales minerales y sustancias orgánicas disueltas en la tierra).
Por ejemplo, los vegetales de raíces largas difícilmente podrán vivir en suelos no profundos; la presencia de sales minerales de calcio en algunos tipos de suelo impide el crecimiento de ciertas plantas; los suelos ricos en sustancias orgánicas presentan, sobre todo, fauna de especies saprófitas.
Los factores bióticos se dividen en tres grupos principales:

  • Organismos productores o autótrofos
  • Organismos consumidores o heterótrofos
  • Organismos reintegradores o saprófitos

Los organismos productores o autótrofos, en gran parte formados por las plantas verdes, son capaces de elaborar sus propios alimentos a partir de sustancias inorgánicas; sirven, a su vez, para la nutrición de los que no pueden hacerlo.
Estos organismos productores pueden vivir en los lugares que tengan luz solar, agua, sales minerales y una temperatura adecuada a sus características. Estas condiciones se pueden encontrar en la tierra y en las aguas.
En el mar, la luz solar penetra hasta una profundidad que varía entre 60 y 200 metros; en él, la variedad y número de plantas productoras es muy grande y, como consecuencia, la cantidad de organismos consumidores también lo es.
Los organismos productores son muy importantes para la existencia de la vida en el planeta; si dejaran de existir, los organismos consumidores morirían, pues no tendrían posibilidades de obtener sus alimentos.
Los organismos consumidores o heterótrofos, sobre todo animales, son los que se alimentan de otros organismos para subsistir.

Existen también organismos que viven en otros seres vivos y se alimentan de ellos; estos organismos se conocen como parásitos, y el organismo que les sirve de alimento se conoce como huésped u hospedero.
Los parásitos causan daño al hospedero y son los causantes de muchas enfermedades peligrosas, y en ocasiones letales, llamadas parasitosis.
Los organismos reintegradores o saprófitos comprenden principalmente a las bacterias y hongos y se alimentan de sustancias que para otros son desechos. Estos organismos descomponen los residuos orgánicos en sustancias más simples que les sirven como alimento y, al mismo tiempo, liberan en el proceso otras sustancias que se quedan en el suelo; de esta manera, la tierra repone los materiales que le fueron extraídos por las plantas verdes.
Si los organismos reintegradores no existieran, todo el planeta se encontraría cubierto de cadáveres vegetales y animales y de otros restos orgánicos que no se podrían descomponer. De esta manera, la descomposición entra en el proceso vital del nacer y morir, a través de los distintos ciclos de la naturaleza, tanto del reino vegetal como animal.
Los compuestos que pueden ser destruidos o desintegrados por los organismos saprófitos se conocen como sustancias biodegradables, entre las que pueden mencionarse la basura orgánica, como cáscaras de fruta, huesos, cascarones de huevo, espinas, etcétera.
El hombre produce compuestos que no pueden ser atacados por los organismos reintegradores y que se conocen como sustancias no biodegradables; estas sustancias, como plásticos, detergentes, envases metálicos, compuestos químicos (como los insecticidas), contaminan el ambiente y en los lugares donde se acumulan degradan la calidad del agua, el aire, el suelo y otros recursos naturales, perjudicando la vida, la salud y el bienestar de los seres vivos.

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